martes, 29 de septiembre de 2009

Propiciando el sentido de pertenencia en los niños y niñas

Sentido de pertenencia

Hemos motivado, sensibilizado y animado a éste grupo hermoso de niños y niñas para que desarrollen mayor amor por su barrio, por sus familias, por sus escuelas y por ellos mismos; construyendo buenas relaciones humanas: conociéndose mejor internamente entre compañeros, respetándose y colaborando entre sí, en un ambiente de armonía, comunicación asertiva, actitud, metas compartidas, identidad, compromiso, reconociendo msu valor y contribuyendo a una causa común.

Con un grupo de amigos voluntarios estamos ofreciéndoles talleres los días miércoles a sus respectivos padres acerca de “Familias saludables” y también a los chicos y chicas los días jueves.

En TIEMPO LIBRE estamos propiciando una actitud Pro activa, que sirva como motor generador de resultados de convivencia pacífica en cada hogar,

La experiencia como docente nos ha enseñado que:

El Niño con buen Sentido de Pertenencia:

Comparte el concepto de colaboración y amistad. Es capaz de iniciar los contactos interpersonales con las personas con las que desea relacionarse.

• Demuestra sensibilidad y comprensión hacia los demás.

• Demuestra habilidad para cooperar y compartir.

• Se siente cómodo en los grupos.

• Consigue la aceptación de los demás y se le busca para formar parte de grupos.

• Demuestra unas actitudes sociales positivas y abiertas.

• Se siente valorado por los demás.

• Acepta a las personas como son, sin intentar controlarlas, aunque esté abierto a dar apoyo para todo lo que haga falta.

Quisieramos compartir algunas Posibles medidas de actuación para facilitar el sentido de pertenencia de los hijos.

  1. Decirle al niño que depende de cada uno conseguir ser aceptado por los demás. Convencerlos de que tienen todo lo que necesitan, que no tienen nada que temer, tiende a reducir el miedo a relacionarse.
  2. Motivar al niño a compartir ideas y puntos de vista dentro del grupo.
  3. brindar la oportunidad al niño de que se luzca ante el grupo en situaciones en que están más capacitados, sus cualidades son subrayadas.
  4. Crear contextos para que aprendan a ser líderes, desactivar el miedo, la ansiedad y el sentido de vergüenza, culpa y falta de valor personal.
  5. Buscar oportunidades en las que el niño pueda ayudar a los demás de forma natural.
  6. Crear un ambiente generalizado de aceptación. La ansiedad es una forma de refuerzo para los miedos, y por lo tanto aumenta a su vez el miedo al rechazo y a los demás.
  7. Motivar a los niños para que compartan detalles de su vida personal, si lo desea. Que hablen de objetos personales que les importan y porqué. Que hablen de sus compañeros que tienen intereses parecidos a los suyos, que compartan lo que les pasa en la escuela.
  8. Hacer juegos cooperativos en grupos, divertirse juntos sin competición
















EL SENTIDO DE PERTENENCIA

Hoy nuestro mundo está afectado en sus valores éticos. Principios fundamentales sobre los cuales nuestros predecesores concibieron y construyeron la sociedad contemporánea, se encuentran erosionados. Hemos perdido mucho de nuestro sentido de unidad y eso nos hace como individuos moralmente débiles, y como conjunto social… vulnerables.

Integramos países y comunidades, pero como individuos hemos ido distanciándonos y perdiendo esa unión que nos hacía mejores padres, respetuosos hijos, amorosos esposos, solidarios vecinos, y… buenos ciudadanos.

El bombardeo constante de consumismo, vanidad desbordada, violencia sin límites, indiferencia afectiva y… sexo grotesco, han producido sus resultados: pragmatismo, cortoplacismo, irresponsabilidad, indiferencia afectiva y religiosa; pero también han disminuido nuestra firmeza y sembrado en nuestras almas profundos vacíos, difíciles de superar.

Frente a esas realidades, no queda otro remedio que fortalecer las instituciones que todavía quedan en pie. Porque como lo escribiera El Dr. Ron Jenson: “La sociedad refleja la salud de las grandes instituciones, las cuales reflejan la salud de las familias, las cuales a su vez reflejan la salud de las personas.”

El sentido de pertenencia significa arraigo a algo que se considera importante, como las personas, cosas, grupos, organizaciones o instituciones, que contribuye a alejar o atenuar la soledad, que hoy afecta a los grandes conglomerados humanos, promoviendo insensibilidad, egoísmo, desconfianza, y un sentimiento progresivo de inseguridad y… desamparo.

El priorizar el logro de cosas materiales frente al amor y la sensibilidad humana, al crecimiento espiritual y el compartir las muchas bendiciones recibidas de Dios, violenta el sentido de pertenencia al hogar, al sitio de trabajo, al lugar que nos vio nacer, a la escuela o universidad donde nos formamos, al grupo de amigos y a la comunidad en general, aislándonos de las cosas que nos generaban ese importante elemento vivencial, que nos producía seguridad y nos hacía sentirnos como parte de algo… importante.

Si no tenemos arraigo por sentir que no pertenecemos a nada ni a ninguna parte todo se hace ajeno y, progresivamente, se pierde el interés en lo que no nos afecta directamente; y eso es contrario al sentimiento cristiano del amor y la caridad que debemos a nuestros semejantes, cual reflejó Jesús en su admonición: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Quienes aspiramos a una vida feliz tenemos que luchar por conservar nuestro sentido de pertenencia, que nos ayuda a mantener la cohesión humana, iniciando nuestro trabajo en ese sentido en la familia, haciéndola más unida, comunicativa y participativa, sobre la base del amor, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y el respeto.

No basta traer al mundo, alimentar y educar los hijos; se requiere amarlos y enseñarles a amar; sembrarles en su alma el sentimiento de solidaridad humana y la obligación de asistencia a los semejantes, en los momentos de desventura, dolor o adversidad. Esa es una manera de desarrollarles el sentido de pertenencia a su grupo familiar y su comunidad, que con el devenir del tiempo progresará y fructificará en sus propios hogares.

No es suficiente hacer pareja; se requiere hacer conjunción de intereses, sentimientos, sueños, solidaridad, confianza y lealtad con esa otra persona que nos escogió dentro del conglomerado social para hacernos objeto de su amor, dedicación y compañeros de siempre. Ello afianza un sano sentido de pertenencia a esa persona, haciéndonos ser mejores para no afectarla, frente a el sentimiento recíproco de que también ella nos pertenece, en el camino de hacernos una vida feliz.

No vale la pena trabajar o estudiar como una obligación para subsistir o prever el futuro; sería desperdiciar la oportunidad de vivir extraordinarias y edificantes experiencias que nos da el disfrutar de lo que realizamos. Se requiere amar lo que hacemos, porque además de ser una bendición, es un privilegio tener una labor que ejecutar o estudiar, cuando millones de personas no encuentran empleo y otras tantas no tienen la oportunidad de estudiar. Si amamos lo que hacemos, especialmente trabajar y estudiar, desarrollamos un especial sentido de pertenencia a esas Organizaciones en las cuales hacemos vida.

Participar en las actividades y organizaciones comunales, religiosas, estudiantiles, de voluntariado, culturales o recreacionales de nuestro entorno, es una manera de fortalecer ese importantísimo sentido de pertenencia, como generador de cohesión intragrupal, que al mismo tiempo que afianza nuestra identidad personal, nos permite ser más útiles a nuestros semejantes, cual debería ser la máxima aspiración de todo ser humano.

El sentido de pertenencia fortalece el sentimiento de que todos somos uno, que es como decir que al pertenecer a este mundo que Dios nos dio por heredad, todos nos pertenecemos mutuamente y por tanto debemos amarnos y socorrernos mutuamente.

Un estilo de VIDA saludable













































El abuso de los derechos del niño no solo se ve en el reclutamiento de los mismos dentro de grupos armados, ni solo dentro de un espacio donde la calidad de vida es inadecuada, sino que también podemos verlo dentro de nuestros barrios, un lugar que por un tiempo habíamos olvidado, ignorando que estaban aprendiendo nuestros niños, quienes crecían bajo una problemática de constante y creciente violencia, pobreza y abandono.

Con base en algunos de los derechos fundamentales del niño como el derecho al esparcimiento, a la recreación y a la cultura, las niñas y niños tienen derecho, al juego y a participar en actividades artísticas y culturales, como también a la recuperación psico-afectiva.

Aunque el Estado tiene la obligación de garantizar un tratamiento psicoafectivo a los niños que hayan sido víctimas de un conflicto armado, tortura, abandono, maltrato y explotación para que puedan lograr su recuperación y reintegración social, queremos participar en ese proceso por medio de la lúdica y la recreación y otras actividades accesorias.

Tiempo Libre será un estilo de vida positivo. Es una manera de promover un enfoque pacífico a la resolución de conflictos. Es un instrumento para alejar a los jóvenes de las tentaciones de la droga, las actividades sexuales arriesgadas o de la violencia.” Es una manera de asegurar que los jóvenes crecen en buena salud, en forma y con una buena autoestima. Las actividades lúdicas, recreativas y culturales contribuyen a un regreso a la normalidad, alienta la autoestima e impulsa el trabajo en equipo, que puede ser un instrumento valioso en la educación para la paz.

Es por esta razón que mediante la lúdica, la recreación y el aprovechamiento del tiempo libre, queremos llegar a implicarnos en la vida cotidiana de cada niño, para indicarles caminos alternativos donde fomentar valores como la solidaridad, la importancia del trabajo en equipo y el respeto por las reglas. El juego, el espacio lúdico, es uno de los lugares por excelencia donde experimentar los valores sociales y de convivencia que luego deberán poner en práctica en su vida como ciudadanos adultos.